El bloqueo de
Uber, o la “suspensión de operatividad de la plataforma” según la terminología
empleada por la justicia de Córdoba, ha quedado virtualmente revocado por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La Resolución
1/2020, emitida el 10 de abril, les exige a los Estados, en su punto 31,
“respetar la prohibición de censura previa y abstenerse de bloquear total o
parcialmente sitios de medios de comunicación, plataformas o cuentas
particulares en Internet”, como parte de diversos estándares que los Estados deben cumplir durante la pandemia.
Incluso, el propio Tribunal Superior de Justicia de Córdoba ya reconoció hace algunos días en la causa “Sergio Orlando s/ prisión domiciliaria - Recurso de Casación" que esta resolución debe ser aplicada por la justicia cordobesa.
La nueva
normativa internacional es clara: bloquear cualquier tipo de plataforma, ya sea
de movilidad colaborativa como Uber, de publicación de contenidos como
Facebook, o de anuncios de turismo como Airbnb, particularmente durante la
pandemia, está prohibido ya que afecta el acceso a la información en Internet y
la neutralidad de la red. Uber es una plataforma, tanto para la CIDH como para
el tribunal cordobés que ordenó su bloqueo.
De hecho, cuando
la CIDH condenó en su último Informe Anual el bloqueo de Uber en Colombia, que
había sido ordenado por un tribunal administrativo a pedido del gremio de
taxistas, se refirió a Uber como una “plataforma tecnológica de movilidad
colaborativa”. Lo hizo, de igual modo, cuando el organismo condenó, en 2017 y
2018, la ilegalidad del bloqueo de Uber en la Ciudad de Buenos Aires.
En igual
sentido, cuando la Cámara Contencioso Administrativa decidió detener la
operación de Uber en Córdoba, el pasado 13 de septiembre, ordenó “suspender la
operatividad de la aplicación, en las distintas plataformas”, que es
precisamente lo que la CIDH determina que no se puede hacer. Esa orden de
bloqueo como cualquier otra de “cese de operación” o “suspensión de
operatividad” a una plataforma es nula y viola los estándares interamericanos
de libertad de expresión y neutralidad de red.
Durante una
pandemia, Internet cobra una relevancia extraordinaria, es un canal
multidireccional que democratiza lo que toca: el poder, la información, los
intercambios y la movilidad.
De este modo,
plataformas de e-commerce como Mercado Libre permiten a cientos de miles de
PyMEs continuar sus operaciones y a millones de usuarios comprar lo que
necesitan disminuyendo drásticamente los
riesgos de contagio; así como las plataformas de publicación de contenidos han
permitido a millones de personas expresar sus puntos de vista, deseos,
necesidades y reclamos. Internet es libre y debe seguir siéndolo.
En el caso de
las plataformas de movilidad, hay un motivo adicional que quizás sea el más
importante: la salud de las personas que necesitan trasladarse. En todo los
niveles de gobierno se han realizado protocolos que desincentivan -más aun,
prohíben en muchos casos- el uso del transporte público, pues funciona como un
vector de contagio. Frente a esto, las plataformas tecnológicas de movilidad
deben ser fomentadas en la medida que los usuarios las requieran. Son sistemas
que permiten el desplazamiento sin congestión -a diferencia del automóvil
particular-, sin contacto -como en el transporte público masivo-, con sistemas
de pagos electrónicos -en lugar de
dinero en efectivo-, todas éstas herramientas efectivas para combatir la
pandemia actual.
Adicionalmente,
en la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, así como en Mendoza, Uber puso a
disposición Uber Medics, un producto
especialmente pensado para hacer más accesible y eficiente la movilidad del
personal de salud, que les brinda una atención especial para ir y volver de su
trabajo a un precio de descuento. Entonces, es realmente injusto que nuestros profesionales de salud, en su momento
de mayor desgaste y entrega, sean obligados a exponerse al alto riesgo de
contagio que existe en el transporte público, o a manejar su auto particular,
el que lo tenga, luego de largas horas sin descanso.
El aislamiento
obligatorio se va liberando, pero -hasta no tener una vacuna- las medidas de
prevención serán fundamentales y el distanciamiento social llegó para quedarse
por un buen tiempo. Mientras tanto, la vida sigue: las personas vamos al médico,
intercambiamos bienes, movemos cosas, nos movemos nosotros. Es hora de
aprovechar la tecnología, no de bloquearla.
Hace unos meses
a los cordobeses nos privaron de Uber, “suspendiendo la operatividad de la
plataforma”. Fue una decisión injusta que ahora, bajo las nuevas
circunstancias, nos priva de un modo concreto de proteger nuestra salud. La
CIDH se ha pronunciado de manera contundente sobre la imposibilidad de prohibir
plataformas durante la pandemia. Nuestros tribunales deberían tener como centro
el pleno respeto de los derechos humanos y de los consumidores, y no los
intereses de sectores que no son representativos de los derechos de los
usuarios.
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